El tratamiento en las fases iniciales es reposo de la zona lisiada de más o menos durada en función de la gravedad de la lesión, crioterapia, elevación para favorecer el retorno venoso, normalmente acompañado de inmovilización de la zona afectada y/o compresión. Pero sí que se puede hacer un trabajo de refuerzo de las estructuras no afectadas.

Una vez el traumatólogo da el visto bueno para iniciar tratamiento, se empieza con movilizaciones pasivas para recuperar la movilidad de la zona afectada, ejercicios de potenciación de la musculatura, carga progresiva, ejercicios de mejora del equilibrio y reeducación de la marcha y en función de las capacidades de la persona. Todo esto complementado con terapia antiálgica como corrientes analgésicas tipo TENS, ultrasonido, magnetoterapia…